jueves, 11 de agosto de 2016

Alboronía con jamón de Teruel

Se supone que el término alboronía procede del árabe “buraniyya” (guiso) y que su pronunciación es más o menos “boronía” o “moronía”, aunque también es conocido como “almoronía” y “alboranía”.
Se trata de un plato de origen árabe y del que se deleitaban los españoles en el Siglo de Oro, sobre todo en las cuaresmas.
Como todos los platos de hogares humildes, se elabora con lo que haya en la dispensa. Es necesario aclarar, también, que dos de sus ingredientes principales no aparecen por España hasta una vez descubierta América, pues los tomates y los pimientos procedieron de aquellas tierras y su uso se fomentó culinariamente en el siglo XVI. Por lo tanto, tomates y pimientos quedan descartados en la cocina árabe anterior a estos tiempos. También es necesario reseñar que la alboronía es uno de los platos en los que la berenjena llena su impronta y, aunque considerada insana en el Siglo de Oro, es un alimento corriente en la época.
En 1726 el Diccionario de la Real Academia describe la alboronía como “un género de guisado, que se hace de berenjenas, tomates, calabaza y pimiento, todo mezclado y picado, que regularmente sirve para los días en que se prohíbe comer carne. En algunas partes pronuncian Boronía y Moronía, y en otra Almoronía: de cualquier manera es voz árabe”. Esta definición permanece en el tiempo.
En 1895 el Diccionario de Elías Zerolo nos da a conocer que el vocablo albaronía procede de Borán, esposa del califa Almamún, al tiempo que explica que se trata de un “Guisado de berenjenas, tomates, calabaza y pimiento, todo mezclado y picado”. Al Burán, en los esponsales con su marido Absida al Mamún, citada en Las Mil y una Noches, da nombre a este guiso compuesto, suponemos, en aquella época, por berenjenas, cebolla, calabaza, ajos y frutos secos triturados (almendras, avellanas, nueces,…).
Algunos autores destacan que la alboronía es la madre de todos los pistos: la xanfaifa catalana, los pistos manchego, bilbaíno o madrileño y nuestra popular fritada aragonesa (fritanga en la parte sur de la provincia de Teruel).
 
La alboronía en la literatura

La lozana andaluza[1] sabe cocinar de maravilla, como nos cuenta Francisco Delicado la obra en la que nos narra su vida:
“Pues boronía ¿no sabía hacer?: ¡por maravilla! Y cazuela de berenjenas mojíes en perfición, cazuela con su ajico y cominico, y saborcico de vinagre, ésta hacía yo sin que me la vezasen.”

En la “Comedia famosa intitulada La gran sultana doña Catalina de Oviedo”[2], Cervantes cita en dos ocasiones la boronía. En una de ellas se “envenena”, irónicamente, una boronía que ha de ser consumida por moriscos:
“Madrigal -  ¡Vive Roque, canalla barretina, 
que no habéis de gozar de la cazuela, 
llena de boronía y caldo prieto! 
Andrea - ¿Con quién las has, cristiano? 
Madrigal - No con naide. 
¿No escucháis la bolina y la algazara 
que suena dentro desta casa?
(…)
Andrea - Di: ¿por qué te maldicen estos tristes? 
Madrigal - Entré sin que me viesen en su casa, 
y en una gran cazuela que tenían 
de un guisado que llaman boronía, 
les eché de tocino un gran pedazo. 
Andrea - Pues, ¿quién te lo dio a ti? 
Madrigal - Ciertos jenízaros 
mataron en el monte el otro día 
un puerco jabalí, que le vendieron 
a los cristianos de Mamud Arráez, 
de los cuales compré de la papada 
lo que está en la cazuela sepultado 
para dar sepultura a estos malditos, 
con quien tengo rencor y mal talante; 
a quien el diablo pape, engulla y sorba”.

Francisco Alvarado[3] también cita la boronía, haciendo un puchero con berenjenas y a falta de otros ingredientes:
“No nos faltarán berenjenas para poner un pucherito, aunque no haya para hacer una boronía”.

Juan Valera, en “Doña Luz”[4] nos habla de alboronías:
“¡Qué pavos rellenos, qué tortas maimones, y qué deliciosas alboronías, picantes salmorejos…”

También se hace alboronía en Sudamérica, como nos recuerda Gabriel García Márquez en su obra “El general en su laberinto”[5]:
“Cuando el general abrió los ojos se dio cuenta de que el reloj seguía en la una y siete. José Palacios le dio cuerda, lo puso de memoria, y enseguida confirmó que era la hora correcta en sus dos relojes de leontina. Poco después entró Fernanda Barriga y trató de hacerle comer al general un plato de alboronía”.
Aunque en este caso la alboronía de Colombia es una fritada de plátano, berenjena, calabaza y tomates, todo ello picado y revuelto.

La alboronía que he preparado no es un plato de cuaresma, pues lleva como adición unos buenos tacos de jamón de Teruel (lo cual fortalece el plato y lo hace digno de ser conocido más allá de los tiempos dedicados a la colación de verduras, legumbres y pescados), además añadimos unos garbanzos para hacerla más contundente y, en vez de berenjena, se añade calabacín, mucho más al gusto de nuestra casa.
 
Ingredientes:

Garbanzos
Calabacín
Jamón de Teruel
Tomates maduros
Pimiento rojo
Pimiento verde
Cebolla
Ajos
Laurel
Huevos duros
Aceite de oliva del Bajo Aragón
Pimentón dulce
Sal

Modo de hacerlo:
He utilizado garbanzos ya preparados. En el caso de que los tengáis secos, ponerlos a remojar, el día anterior, en agua con sal. Al día siguiente se ponen a cocer en una olla cubiertos de agua, con una hoja de laurel y un chorrito de aceite por encima. Alrededor de dos horas con fuego bajo cuando comiencen e hervir.
Cortamos la cebolla en cuadraditos.
Laminamos los ajos.
Cortamos los pimientos también en cuadraditos.
Limpiamos y cortamos el calabacín a lo largo en cuatro trozos, quitamos las semillas y cortamos en cuadrados.
Cortamos el jamón de Teruel en cuadrados pequeños.
Colocamos una sartén al fuego con aceite de oliva del Bajo Aragón y añadimos la cebolla. Echamos sal cuando comience a refreírse. Añadimos los ajos laminados.
Cuando está a medio hacer, añadimos los pimientos rojos y verdes. Al cabo de un rato los trozos de calabacín y, a continuación, los trozos de jamón.
Dejamos sofreír un rato el conjunto y añadimos los garbanzos con un poco de caldo de cocción de los mismos.
Se cuece todo junto a fuego medio unos diez minutos.
Colocamos en los platos pertinentes y adornamos con los huevos duros.

[1] Francisco Delicado, “Retrato de la Loçana andaluza, en lengua española muy claríssima. Compuesto en Roma. El cual Retrato demuestra lo que en Roma passaua y contiene munchas más cosas que la Celestina”. Venecia, 1528.
[2] Miguel de Cervantes Saavedra, “Comedia famosa intitulada La gran sultana doña Catalina de Oviedo”, dentro de las “Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados”. Madrid, Viuda de Alonso Martín, 1615.
[3] Francisco Alvarado, “La maza de Fraga sobre los filosofastros liberales del día o Cartas Críticas del Filósofo Rancio, que impugna a la antigua y no a la francesa, los aplaudidos dictámenes de los más acreditados liberales reunidos en Cádiz”. Madrid, Imprenta de Don Francisco de la Parte, 1812.
[4] Juan Valera, “Doña Luz”, Madrid, M. Tello, 1879.
[5] Gabriel García Márquez, “El general en su laberinto”. Colombia, Alfred A. Knopf, 1989.

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