martes, 5 de febrero de 2013

Carajitos del Profesor de Salas

En la ciudad asturiana de Salas se encuentra la empresa “Carajitos del Profesor”. En 1918 se abren las puertas de un restaurante café dirigido por Pepín el profesor, pues así era apodado por los convecinos al ser profesor de música. Carmina, hija de Pepín, comienza a elaborar, unos años más tarde, unas pastas de avellana que sirve a sus clientes habituales. Se cuenta que uno de ellos, recién regresado de un viaje a las Américas, pide las pastas de una peculiar manera: “¡Dame un carajo de ésos!”. De ahí proviene la palabra carajitos, que luego va a dar nombre al negocio. En 1976 se patenta el nombre de Carajitos del profesor.
Es interesante anotar que el vocablo “carajo” aparece por primera vez en la edición del Diccionario de la Real Academia de 1983, habiendo sido citado con anterioridad por Camilo José Cela, en su obra “La familia del héroe” ("... la confitería El Bombón Helvético (pastas-pasteles-huesos de santo-rosquillas-carajitos-caramelos...)". “La familia del héroe o Discurso histórico de los últimos restos. (Ejercicios para una sola mano)” es editada por Alfaguara en Madrid en 1965.
En el Vocabulario Secreto que se encuentra en la obra “Cachondeos, escarceos y otros meneos” define al carajito como diminutivo de “carajo”, en metáfora formal y funcional, así como confite de almendra o avellana, yema de huevo y azúcar. Don Camilo amplía la definición en su “Diccionario Secreto”: “Carajito. Dim. de carajo; en mente formal el carajito semeja un carajo y ambos son de cumplida dureza.” Cela se llevó, en una visita a Salas, como souvenir, unos Carajitos.
La voz “carajo” es empleada habitualmente en países latinoamericanos para referirse a un niño.
Aunque la empresa Carajitos del Profesor guarda la fórmula de los carajitos con celo, María Luisa García, en su libro “Platos típicos de Asturias”, nos ofrece la siguiente: “Ingredientes: veinte cucharadas de avellana molida. Cuatro cucharadas de azúcar. Una clara de huevo (aproximadamente). Preparación: La avellana debe estar muy fina; se le agrega el azúcar y se mezcla; a continuación se va agregando poco a poco la clara hasta conseguir una masa; ésta no debe estar ni demasiado blanda ni demasiado seca. Algunas veces la clara no es necesario ponerla toda y en cambio otras hay que poner una segunda clara. Esto depende del tamaño de los huevos. Conseguida la masa, se engrasa un papel blanco con mantequilla, se forman bolas pequeñas y se colocan sobre éste separadas unas de otras. Se meten a horno fuerte, hasta que empiecen a dorarse, solamente unos minutos”.
Hemos observado diversas recetas en la Red, siendo diferentes en cuanto a la cantidad de los ingredientes. En mi caso me he decantado, la segunda vez que lo he intentado, por la siguiente receta:

Ingredientes:

200 gramos de avellana o nuez molida
200 gramos de azúcar
1 clara de huevo

Modo de hacerlos:
Se muelen las avellanas.
En un bol se echan las avellanas y el azúcar y se va añadiendo la clara de huevo (un poco batida) hasta formar una pasta no demasiado espesa.
Se hacen bolas con la misma que se colocan sobre papel vegetal.
Se introduce al horno a 180 grados centígrados y se deja hornear alrededor de veinte minutos (cuando comiencen a tostarse por fuera, se sacan).

2 comentarios:

  1. Mira qué página he encontrado, puedes ver fotos de Villar del Cobo.

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  2. Hola, acabo de conocer tu blog y me ha llamado la atención esta receta. Es igual que la que hacemos aquí con los almendrados, pero cambiando el fruto seco. Por aquí me quedo de seguidora.
    Besos

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