“Que me matan
de hambre aquí / con natas y pajaritos / sin darme un día unas migas / ni
probar gota de vino” (Agustín Moreto en su obra “La Gran Comedia. La misma Conciencia
acusa”, publicada en 1728).
Es curioso que
en los diferentes diccionarios de la lengua, las migas (como plato
gastronómico) aparecen en el apartado miga (en singular), complementando la
definición de esta palabra.
Nuestro
querido Covarrubias, en 1611, ofrece una definición de miga y otra de migas.
Sobre la miga nos informa que “Algunas veces significa el migajón, que es lo
que contiene en sí la corteza de pan”. Sobre las migas nos dice: “Cierto
guisado rústico de migas, o pedazos de pan desmigajados”.
En 1734 la Academia de Autoridades,
define miga como “La parte interior y más blanda del pan, que está rodeada y
cubierta de corteza”. Sobre las migas en plural especifica: “Cierta especie de
manjar, que se hace de pan desmenuzado, rehogado con algunos ingredientes. La
gente rústica la usa con aceite, o sebo, ajos y pimiento; y también se hace con
manteca, torreznos, miel y huevos, y uno y otro se deja estar al fuego hasta
que se consume la humedad, y quedan separadas las partes”. Cita a Medin, Grand,
lib. 2, cap. 37: “Huélenles muy bien a su tiempo unas migas y unos ajos, y
sábeles bien la sardina y la cebolla”. Y también cita a Cirug., lib. 3, cap. 7:
“Y si no basta, hácese un emplasto de miga de pan, remojada en leche de vacas”.
Terreros y
Pando, en el diccionario publicado en 1787 (G-O), informa de que hay migas de
natas, de leche, o canas, de sebo, de gato, o aceite, etc.
La Academia
Usual de 1817 da una descripción muy aceptable (la más común) del plato que
presentamos: “Pan desmenuzado que remojado comúnmente en aceite y agua con
pimentón y algunos ajos se fríe hasta que se consume cierta porción de
humedad”.
En 1853
Domínguez es el primero en señalar que se trata de un alimento muy usado en
Aragón.
“El gran señor
no hace caso / de capones y gallinas / y voto al sol, que en el monte / no se
ve harto de migas” (Agustín Moreto).
En el
refranero encontramos algunos refranes referentes a las migas:
Hacer buenas, o malas migas dos personas: Avenirse bien en su trato o amistad, o al contrario.
Hacerlo a uno migas:
Hacerlo a uno polvo.
Helársele a uno las migas entre la boca y la mano: Malogrársele algún negocio o pretensión cuando tiene mayores
fundamentos para prometerse feliz resultado.
No estar, o no ser, para dar migas a un gato: Ser o servir para muy poco, por endeblez o inhabilidad.
Algunas
curiosidades
Domingo Gascón y Guimbao (1845-1908), notable periodista, escritor y cronista de la provincia de Teruel, publicó una receta básica de migas en un almanaque culinario, dirigido por Ángel Muro, en 1891. El año siguiente fue recogida en la “Miscelánea Turolense”. En ella ofrece un dato importantísimo a la hora de plantearse elaborar migas, y este dato trata de la importancia del pan con que se hagan: “Se requiere un pan especial para que las migas sean buenas, y yo sólo lo he encontrado a propósito en mi provincia. Desde luego afirmo que el pan que se consume en Madrid en sus variadas clases no sirve para mi plato. (…) Mis paisanos ya lo saben. El mejor obsequio que me pueden hacer cuando me venga a Madrid, será traerme un pan para migas". No hay que olvidar que Domingo Gascón, en esa época, vivía en Madrid.
Ángel Muro Goiri (1839-1897),
ingeniero, escritor y uno de los mayores “cocinólogos” (según expresión de
Xavier Domingo), autor del “El practicón: tratado completo de cocina al alcance
de todos y aprovechamiento de sobras” (libro de recetas publicado en 1894, el
más consultado y utilizado por los cocineros españoles hasta mediados de 1930),
realizó unas migas, a las que bautizó con el nombre de “Migas de Ministro”,
para Don Trinitario Ruiz Capdepón (Ministro de Gracia
y Justicia en el Gobierno de Sagasti -1893 y 1894-), entusiasta de las migas y
defensor de las que hacían en Orihuela al tiempo que detractor de las hechas en
Madrid. La receta la pondremos en otra ocasión.
La receta
Para hacer unas buenas migas
se necesita paciencia. Ni más ni menos que para elaborar cualquier otra receta
culinaria. Se necesita la paciencia justa para tener ganas y hacerlas con
cariño. Y el buen pan. Un pan de los de siempre, de pueblo, de los que hacen en
la provincia de Teruel, rotundos, al horno de leña, poderosos.
Podemos utilizar unto, manteca
o aceite. El mejor aceite, el de oliva del Bajo Aragón, nos proporcionará menos
brío, pero más seguridad coronaria. Para tener en cuenta según la edad.
Aunque parezca mentira, unos
15 ó 20 minutos bastan para realizar el plato.
Ingredientes:
Pan de pueblo
Jamón de Teruel
Unto, manteca o aceite
Ajos
Pimentón
Agua
Modo de hacerlo:
El día
anterior a la preparación se desmigaja el pan con los dedos dejando trocitos
del tamaño de un garbanzo.
En un bol se
echan las migas de pan y se rocían de agua con sal. Se coloca un trapo de
cocina con un paño húmedo por encima y se dejan descansar.
Al día
siguiente:
Se pelan unos
cuantos dientes de ajo.
Se corta una
buena loncha de jamón (unas “suela” que decimos por aquí) y se corta a
cuadraditos.
Se coloca una
sartén al fuego con aceite de oliva del Bajo Aragón.
Se ponen a
freír los ajos y, cuando comienzan a dorarse, se añaden los taquitos de jamón.
Se refríe todo.
Se separa la
sartén del fuego y se añade una cucharadita de pimentón, teniendo cuidado de
que no se queme. Revolvemos, colocamos la sartén otra vez en el fuego y
comenzamos a añadir el pan.
Se van
agregando las migas, se cocinan moviéndolas constantemente para que no se
agarren.
Cuando la
sartén está limpia y el pan empapado y frito (crujiente por fuera, calado por
dentro), ya tenemos listo el plato.
Se sirve
caliente.
Dios!! Y qué buenas están en la Cobeta a la sombra de unos buenos pinos... Me relamo sólo de pensarlo... Enhorabuena Anque, acabo de descubrir tu blog, no soy muy cocinera, pero lo visitaré con frecuencia, seguro que más de una receta me trae buenos recuerdos, como con este plato. Besos y a seguir así. Azu
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