Es cierto que hay que intentar
que, en cada lugar y en cada espacio, los platos que dan a conocer una región
se realicen con un criterio común. Es cierto que en algunos lugares, al pedir
en un establecimiento un plato tradicional, te encuentras con un plato que no
tiene nada que ver con lo que esperabas, que no refleja, para nada, la
gastronomía popular. Por ello, en muchísimos territorios, se establecen pautas
mínimas para confeccionar los alimentos y realizar una cocina que esté dentro de
un marco común y que refleja las singularidades propias de dichos territorios.
Ocurre con la paella valenciana, el marmitako vasco y otros platos singulares.
Hay que cuidar nuestra gastronomía porque es parte de nuestra historia y
nuestra particularidad.
He realizado una paella
valenciana siguiendo las pautas “oficiales”. A pesar de haber utilizado la
vitrocerámica (no tengo otra utilidad para cocinar) me ha salido “políticamente
correcta”. Y muy buena, por cierto.
Ingredientes:
Arroz
Pollo troceado
Conejo troceado
Judías verdes planas (bajoqueta o
ferrovía)
Garrofó (alubia blanca, grande y
plana)
Tomate rallado
Aceite de oliva del Bajo Aragón
Azafrán
Pimentón rojo dulce
Sal
Romero en rama
Agua
Vaquetas
Modo de hacerlo:
Colocar una paellera en el fuego
con aceite de oliva del Bajo Aragón.
Cuando el aceite esté muy
caliente, añadir los trozos de pollo y conejo (previamente salados).
Se dora toda la carne a fuego
suave, sin prisas, dándoles vueltas a los trozos de vez en cuando.
Cuando la carne está dorada se
retira hacia el exterior y se añaden las judías verdes. Se fríen sin quemarlas,
también sin prisas y dándoles vueltas.
Cuando están fritas se retiran
hacia los lados de la paellera (como la carne) y se echa el tomate, que se deja
freír hasta que suelte el agua.
Se añaden las vaquetas.
Juntamos y removemos todos los
ingredientes.
Se añade una cucharadita de
pimentón, cuidando de que no se queme y, a continuación, el agua.
Añadimos el azafrán (en caso de
no tenerlo a mano añadimos colorante alimentario) y los garrafones.
Se prueba el punto de sal (hay
que salar un poco más de la cuenta pues el arroz suele tender a hacer el caldo
soso).
Cuando comienza a hervir subimos
el fuego unos cinco minutos y luego lo bajamos para dejar hervir el conjunto
entre media hora y cuarenta y cinco minutos.
Pasado este tiempo se aviva el
fuego y se echa el arroz (para saber la medida se añade en forma de cruz de
modo que sobresalga del caldo un dedo).
Se reparte el arroz por la
paellera.
Se pone cinco minutos a fuego
fuerte, cinco minutos a fuego medio y diez minutos a fuego mínimo.
Cuando esté, se apaga el fuego,
se coloca una rama de tomillo sobre la paella y se tapa con un trapo o un papel
hasta la hora de consumirla.
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