Ingredientes:
Sardinas
Ajos
Laurel
Pimienta negra en grano
Orégano
Tomillo
Pimentón dulce
Harina
Aceite de oliva del Bajo Aragón
Vino blanco
Vinagre
Sal
Modo de hacerlo:
Se limpian las sardinas, quitando
las escamas, la cabeza y las tripas (debajo de un chorro de agua se hace
bastante bien).
Una vez limpias las pasamos por
harina, sin que se embadurnen mucho.
Colocamos una sartén con aceite
de oliva del Bajo Aragón en el fuego y, cuando comience a humear, vamos friendo
las sardinas. Conforme se van friendo las colocamos sobre una cazuela de barro
o cristal.
Pelamos los ajos.
En la sartén en que se han frito
las sardinas añadimos un poco más de aceite y freímos los ajos enteros con las
hojas de laurel.
Cuando los ajos vayan adquiriendo
color añadimos el orégano y el tomillo.
Separamos la sartén del fuego y
añadimos una cucharada de pimentón. Removemos el conjunto.
Volvemos a colocar la sartén en
el fuego y le echamos un vaso de vino blanco.
Cuando se haya evaporado el
alcohol del vino añadimos un vaso de vinagre y aliñamos con sal.
Dejamos cocer el conjunto sin que
llegue a hervir entre cinco y diez minutos.
Echamos el contenido de la sartén
sobre las sardinas y dejamos enfriar.
Colocamos la cazuela con las
sardinas en el frigorífico.
Están mejor al día siguiente,
sacándolas antes del frigorífico para degustarlas a temperatura ambiente.
Pueden reservarse en el
frigorífico unos cuantos días.
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